viernes, 28 de diciembre de 2012

¿El primer exoplaneta con vida?

Esta imagen podría formar ya parte de la historia

Ya sé que me despedí hace unos días de todos vosotros hasta el año que viene. Pero después de conocer la noticia, había que escribir algo, por muy corto que fuese. Porque de confirmarse, estamos ante una noticia que podría dar un vuelco, no solo a la historia de la ciencia, sino a  la historia de la humanidad. Una noticia que muchos estábamos esperando: el descubrimiento de vida más allá de nuestro planeta.

Según publica en su web, el telescopio espacial Kepler habría encontrado en nuestra propia galaxia un nuevo exoplaneta, bautizado como Kepler-61d. El exoplaneta sería dos veces más grande que nuestro planeta, y la distancia a su sol sería de 0,87 UA, algo menor que la distancia que separa a la Tierra del nuestro. Su estrella sería muy parecida a la nuestra, de tipo G, siendo su tamaño algo menor.

Hasta aquí nada especial. Las sorpresas llegan al conocer el análisis de su atmósfera. Está compuesto principalmente de dióxido de carbono (90%), siendo el resto básicamente nitrógeno, argón y oxígeno. Contiene también hidrógeno, en menor proporción. Y lo que resulta esperanzador, tiene un porcentaje de metano muy parecido al de nuestro planeta: 175 partes por millón, es decir, 0,000175%. Conviene recordar que, en la Tierra, la mayoría del metano procede de las actividades humanas. Su presencia en la atmósfera indica también que este exoplaneta tendría un ambiente muy beningo para la supervivencia de los compuestos orgánicos, con lo que ello puede significar para el desarrollo de vida basada en carbono.


Kepler61-d, visto en infrarrojo

Con la prudencia que merece una noticia así, los responsables científicos de la misión esperan poder ampliar los datos en las próximas semanas. Mientras tanto, te recomiendo que leas el enlace original de la noticia

lunes, 24 de diciembre de 2012

¡Feliz Navidad!



Desde La Aventura de la Ciencia queremos desearos a todos felices fiestas con esta estupenda máquina de Rube Goldberg. No es tan grande como esta otra, pero resulta muy apropiada para las fechas que se acercan.

Un servidor se despide ya hasta el año que viene que, por cierto, va a empezar fuerte. Este blog organizará la Edición 3,1415926535 del Carnaval de Matemáticas que se celebrará durante el mes de enero.

domingo, 16 de diciembre de 2012

Werner Forssmann, un hombre adelantado a su tiempo


El 1 de octubre de 1929, los periódicos de Berlín se hacían eco, en tono sensacionalista, de unos atrevidos experimentos que habría realizado un joven y desconocido médico llamado Werner Forssmann, del hospital de la Caridad de Berlín. Al parecer, Forssmann afirmaba haber introducido, primero a él mismo y luego a otros pacientes, una fina sonda de goma, de apenas un milímetro de diámetro, desde el codo hasta el corazón, a través de una vena. Y todo ello sin experimentar mayor dolor. Su jefe, Sauerbruch, sin embargo, le había tachado de charlatán y lo había despedido de forma fulminante.

Hasta ese momento, la trayectoria profesional de Forssmann había sido bastante discreta. Nacido en Berlín, el 29 de agosto de 1904, estudió medicina en la universidad de la capital. Su tesis doctoral, sobre la influencia del hígado en la química de la sangre, le permitió practicar consigo mismo por primera vez; durante cierto tiempo estuvo sacándose un litro diario de sangre para analizarla. Su esfuerzo apenas le sirvió para conseguir una plaza en el modesto hospital de Eberwalde, cerca de la capital alemana. 

Ya allí empezó a formarse en su cabeza una idea: la de buscar un nuevo camino para llegar al corazón, minimizando los peligros de lesión de una arteria coronaria o de la pleura al administrar una inyección intracardiaca. Y, a ser posible, sin la necesidad de suministrar anestesia general al paciente. Le fascinaba especialmente una reproducción de Éttiene Jules Marey en la que se le introducía a un animal un tubo hasta el corazón a través de la vena yugular.

El polígrafo con la sonda que utilizó Marey
para registrar los latidos del corazón

Forssmann descartó la vena yugular y se puso a buscar otro camino para llegar al corazón. Como bien sabía, la estructura del sistema circulatorio es tal que permite llegar desde cualquier parte del cuerpo hasta el ventrículo derecho; sólo había que utilizar un tubo flexible en lugar de uno rígido. Finalmente se decantó por una vena cubital del brazo izquierdo.

El médico alemán empezó haciendo experimentos con cadáveres. Para ello introducía el catéter por el codo hasta llegar al corazón. Todos concluyeron con éxito: la sonda alcanzaba siempre el corazón. Esto le permitió fijar la longitud de la sonda en 65 centímetros.

El siguiente paso era delicado. Una vez practicado con cadáveres, ¿cómo continuar? El presupuesto del pequeño hospital era insuficiente para comprar animales de experimentación. Y su jefe, el Dr. Schneider, rechazó la propuesta de Forssmann de ofrecerse él mismo como paciente en un ensayo. A espaldas de Schneider, Forssmann consiguió convencer a la enfermera Gerda Ditzen, la encargada de preparar el instrumental en la sala de operaciones, con la condición de que fuese ella misma la paciente.

Cierto día de verano de 1929, la sala de operaciones estaba lista para la pequeña intervención quirúrgica. Mientras preparaba a Ditzen en la mesa de operaciones, y sin que ésta se diese cuenta, Forssmann empezó a realizar en sí mismo el experimento. Él solo se anestesió localmente la zona del brazo, se abrió una vena y empezó a introducir el catéter hacia dentro, centímetro a centímetro. Cuando Ditzen se dio cuenta de lo que pasaba, no pudo detenerlo: la punta ya había llegado al ventrículo derecho de su corazón.

No surgieron complicaciones de importancia; de hecho, Forssmann, con la sonda en el corazón, se dirigió a la sala de rayos X del hospital, bastante alejada de donde él se hallaba, atravesando corredores y bajando una escalera muy inclinada, sin molestia ninguna. Le hicieron una radiografía y en la pantalla se podía ver con claridad la punta de la sonda dentro del corazón.

La espectacular prueba del método de Forssman

El éxito del procedimiento le valió un segundo ensayo, esta vez en una paciente terminal. Forssmann administró un medicamento directamente en el ventrículo derecho de la paciente, en lugar de hacerlo por la tradicional vía intravenosa. La autopsia confirmó que el catéter había alcanzado su objetivo y que el tratamiento había sido un éxito.

Poco después se trasladó al Hospital de la Caridad, y mientras estaba allí publicó los resultados de sus experimentos en un artículo que llamó “El cateterismo del corazón derecho”. El escándalo que se desató le pilló por sorpresa. Aunque regresó a Berlín dos años más tarde, apenas pudo retomar su labor investigadora. Fue despedido en el verano de 1932 a causa de su baja productividad. Abatido, decidió abandonar la cardiología y dedicarse a la cirugía y la urología. Ese mismo año se afilió al partido nazi y más tarde participaría en la Segunda Guerra Mundial como oficial médico.

Forssmann fue liberado de un campo de prisioneros en octubre de 1945. Volvió a su casa, pero durante varios años no pudo ejercer su profesión. Cuando lo hizo, se retiró a una pequeña y tranquila ciudad alemana, Bad Kreuznach, como especialista en urología de su hospital.

Durante muchos años, el revolucionario método ideado por Forssmann cayó en el olvido en Europa. Nadie se dio cuenta de las inmensas posibilidades que ofrecía: diagnóstico de malformaciones cardiacas, medición de la tensión en las diversas secciones del corazón y exploración radiológica del corazón, inyectando un medio contraste. Todas estas exploraciones, indispensables hoy en día para el diagnóstico de enfermedades del corazón, son posibles gracias al cateterismo cardiaco, que Forssmann probó primero en sí mismo.

Cómo iba a sospechar que, más de 25 años después, su trabajo se vería recompensado. En octubre de 1956, recibió una llamada que cambiaría su vida: le habían otorgado el Premio Nobel de Medicina, compartido con André Cournand y Dickinson Richards, quienes habían generalizado el uso del cateterismo cardiaco de Forssmann en Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial.

La familia Forssman, esperando a que empiece
la ceremonia en Estocolmo 

Poco antes de serle otorgado el Premio Nobel, un científico americano llegaría a decir de él: “You are the typical man before his time”. 

Un hombre adelantado a su tiempo.


FUENTES:
  1. Werner Forssmann, a Pioneer of Cardiology, R. Forssman-Falck, The American Journal of Cardiology, 79, 651-660 (1997).
  2. Werner Forssmann: a German Problem with the Nobel Price, H.W. Heiss, Clinical Cardiology, 15, 547-549 (1992). 

jueves, 6 de diciembre de 2012

Visiones nocturnas de la Tierra


Veintidós días y trescientas doce órbitas ha necesitado el satélite Suomi NPP de la NASA para reunir las imágenes de este espectacular vídeo, en el que puedes ver a la Tierra de noche como nunca antes. Sobre un fondo completamente negro, nuestro planeta gira plácidamente, y la luz artificial de las ciudades ayuda a dibujar los continentes.

Suomi NPP, lanzado el 28 de octubre de 2011, es el primero de una nueva generación de satélites que recogerá datos tanto de las condiciones atmosféricas a corto plazo como de los cambios climáticos a medio y largo plazo. Entre otros instrumentos, cuenta con una cámara que registra luz en un rango que va desde el verde al infrarrojo. Su sensibilidad es tal que es capaz de detectar la luz de un solo barco en alta mar. De ahí que pueda captar con un nivel de detalle sin precedentes las luces de las ciudades, las auroras, el humo de los incendios y hasta el reflejo de la luz de la luna en las nubes. 



sábado, 1 de diciembre de 2012

Tormenta en el polo norte de Saturno



La imagen es impresionante: una enorme tormenta que ocupa la friolera de entre 3.000 y 4.000 kilómetros en el polo norte de Saturno. La foto fue tomada, una vez más, por la sonda Cassini el pasado 27 de noviembre.

No es la primera vez que la sonda Cassini sobrevuela el polo norte de Saturno. Pero, en la mayoría de las ocasiones anteriores, el largo invierno saturniano lo envolvía en la oscuridad e impedía apreciarlo con detalle. Ahora que ha llegado la primavera al planeta de los anillos, el Sol empieza a iluminarlo, lo que ha aprovechado la Cassini para tomar esta espectacular foto.

Pero eso no es todo. Esta tormenta se encuentra en el centro de una estructura aún mayor que, por su forma, se le conoce como el hexágono de Saturno. Estamos hablando de una formación de unos 25.000 kilómetros de diámetro, lo suficiente para que quepan en su interior hasta cuatro veces nuestro planeta. Una formación que también captó en todo su esplendor la sonda Cassini esta misma semana.


Sin palabras. 

El hexágono de Saturno fue fotografiado por primera vez por las sondas Voyager 1 y 2 a principios de la década de 1980. No se conoce nada parecido en todo el Sistema Solar, y lo que resulta más sorprendente, la forma del hexágono ha permanecido prácticamente invariable durante, al menos, tres décadas. Algo impensable para los terrícolas, dado que en nuestro planeta los fenómenos meteorológicos apenas se mantienen durante una semana.

Mientras los científicos buscan una explicación a la estructura y longevidad del hexágono de Saturno, nos conformaremos con disfrutar de la belleza de esta intrigante formación, que no es poco.

Crédito de las imágenes: NASA/JPL-Caltech/Space Science Institute