martes, 11 de noviembre de 2014

El desafío científico 2 #edc2

Galatea de las esferas (Salvador Dalí, 1952) | Fuente

"Desiste de desterrar la razón de tu mente por su desconcertante novedad. Sopésala, en cambio, con un juicio perspicaz. Después, si es que te parece cierta, cede a ella. Si es falsa, ármate para combatirla. Porque la mente desea descubrir con la razón aquello que existe en la infinitud del espacio que se encuentra ahí fuera, más allá de las murallas de este mundo [...] Esta es, pues, mi primera cuestión. En todas las dimensiones, tanto en este lado como en el otro, hacia arriba o hacia abajo a través del universo, no hay fin."

Esta enorme cita no la ha hecho ningún científico, sino un poeta romano clásico de hace más de 2.000 años. Pero sí sirvió para abrir un influyente artículo de cosmología de mediados de la década de 1970. ¿De qué artículo estamos hablando y por qué es tan importante? Estas son las pistas:
  1. Está firmado por cuatro astrofísicos que trabajaban en Estados Unidos. Tres de ellos eran oriundos de allí. La cuarta había nacido en Inglaterra.
  2. Centrémonos en ella. Fue una brillante intérprete de música y pudo haberse dedicado profesionalmente a ello. Durante dos años estuvo tocando en la orquesta nacional.
  3. Finalmente se decantó por la física; en concreto, por el estudio de la evolución de las galaxias y su importancia en cosmología.
  4. Murió de cáncer cuando acababa de cumplir cuarenta años.
Como la vez anterior, los comentarios se moderarán para que la avalancha de respuestas que espero no se publiquen a medida que lleguen. Y de nuevo os invito a comentar la jugada en Twitter con el hashtag #edc2. 

El plazo se cierra el próximo domingo a las 23:59.

SOLUCIÓN: Como bien habéis respondido la mayoría, el artículo en cuestión era An Unbound Universe? de J. Richard Gott III, James E. Gunn, David N. Schramm y Beatrice M. Tinsley. (Esta última era la científica de las pistas.) Lo doy por bueno incluso a los que no habéis puesto el signo de interrogación, ;-) 

A todo lo que habéis comentado sobre su importancia, yo añadiría que el artículo plantea la posibilidad de una constante cosmológica distinta de cero, algo que llevaba décadas en el olvido, después de haber sido rechazada hasta por su propio creador, Albert Einstein.

Beatrice Tinsley (1941-1981) | Fuente

Otros habéis citado el artículo Will the Universe Expand Forever?, que publicaron los mismos autores en el número 234 de la revista Scientific American, de marzo de 1976, y que precisamente se trata de una versión divulgativa de su anterior trabajo. Desgraciadamente, en este caso no aparece el genial texto introductorio de Lucrecio, perteneciente a su poema De Rerum Natura, como se puede comprobar en el pdf del artículo.

A todos, hayáis acertado o no, muchas gracias por el esfuerzo. Esto me anima a seguir buscando un desafío científico 3 que esté a vuestra altura, lo cual no es fácil.

sábado, 8 de noviembre de 2014

Preparándose para aterrizar en un cometa


Si todo va bien, el módulo Philae de la sonda Rosetta aterrizará sobre el cometa 67P/Churyumov-Geramisenko el próximo miércoles, 12 de noviembre, a las 15:30 UTC. ¡Qué nervios!

Los detalles sobre la complicada maniobra de aterrizaje puedes encontrarlos en este otro vídeo (en inglés):


Más información sobre la misión Rosetta en esta otra entrada.


lunes, 3 de noviembre de 2014

El mecanismo de Anticitera, un ordenador de la Antigua Grecia

(Esta entrada se publicó primero en el número 17 de la revista Buk Magazín, que puedes leer online.)


Una parte del mecanismo, en el Museo Arqueológico de Atenas (fuente)

Corría el año 1900 cuando unos pescadores de esponjas griegos encontraron en Anticitera, una pequeña isla al noroeste de Creta, los restos de un barco mercante romano naufragado. Además de ánforas, cerámicas y otras reliquias, apareció también una pieza del tamaño de una caja de zapatos, hecha de metal y madera, completamente cubierta de herrumbre y crustáceos. Nadie podía sospechar que aquello había sido uno de los instrumentos más complejos y extraordinarios de la Antigüedad.

Al cabo de unos meses, la madera se secó y el objeto se rompió en varios fragmentos. Entonces salió a la luz parte de un complicado mecanismo, formado por varias ruedas dentadas de bronce. También aparecieron unas placas con escalas numéricas y una inscripción escrita en griego antiguo.

Restos de la inscripción y las escalas (fuente)

Empezó una lenta labor de restauración e investigación que ha durado décadas. Hoy sabemos que el mecanismo de Anticitera fue una avanzada calculadora astronómica construida hace más de dos mil años, capaz de determinar las posiciones en el firmamento del Sol y la Luna en una fecha determinada, así como los eclipses y las fases de la Luna.

El mecanismo tenía un dial en la cara frontal y otros dos diales en su parte trasera. El dial frontal tenía dos escalas concéntricas: una de ellas indicaba los 365 días del año, de acuerdo con el calendario egipcio. La otra representaba los doce signos del zodíaco, es decir, las constelaciones de estrellas que se encuentran en la trayectoria aparente del Sol por la bóveda celeste.

Reconstrucción completa del mecanismo de Anticitera (fuente)

Por su parte, el dial superior trasero calculaba el mes en el ciclo metónico, de 235 meses lunares, indicándolo mediante un puntero extensible que se movía por una espiral de cinco vueltas.

Por último, el dial inferior trasero se utilizaba para la predicción de eclipses. Los antiguos griegos sabían que si se observaba un eclipse, solar o lunar, tendría lugar otro eclipse del mismo tipo al cabo de 223 meses lunares. Esto se debe a que, cada 223 meses lunares, el Sol, la Tierra y la Luna se vuelven a alinear. Este dial estaba compuesto por 223 divisiones, dispuestas en una espiral de cuatro vueltas, y con un puntero extensible, como el del dial metónico. Los meses con eclipses venían marcados con una inscripción donde se indicaba el tipo de eclipse y la hora.

Los dos diales traseros, uno al lado del otro (fuente)

El mecanismo de Anticitera tenía también una esfera, mitad blanca, mitad negra, que mostraba las fases lunares. Y un pequeño dial que indicaba los años de celebración de los Juegos Olímpicos y otros acontecimientos deportivos de la antigua Grecia.

Una manivela en un lateral permitía seleccionar una fecha en el calendario egipcio de su cara frontal o bien en el calendario metónico de 235 meses lunares. Al mismo tiempo, la manivela accionaba el complejo juego de engranajes para que el mecanismo proporcionase toda la información astronómica correspondiente a esa fecha en los otros diales. En la actualidad se han identificado 30 engranajes, aunque se piensa que el original tenía 37.

Reconstrucción por ordenador de su interior (fuente)

Por si todo esto fuera poco, el mecanismo contaba con varias innovaciones técnicas asombrosas para la época. Por ejemplo, tenía en cuenta las irregularidades del movimiento de la Luna debido a su trayectoria elíptica, que parece moverse unas veces más rápido que otras en el firmamento, gracias a un ingenioso sistema de ruedas que se movían como las tazas giratorias de los parques de atracciones. También tenía en cuenta que en cada nuevo ciclo de Saros, los eclipses ocurrían ocho horas más tarde que en el ciclo anterior. 


Estructura de los engranajes (fuente)

¿Quién construyó este extraordinario aparato hacia el año 150 a.C.? Siempre se había pensado que pudo ser algún astrónomo de Rodas, que entonces contaba con la escuela griega más importante de astronomía. Pero unas inscripciones en corintio, reveladas gracias a los rayos X, han dado un vuelco a esta hipótesis. En Siracusa, una colonia de Corinto, vivió el genial Arquímedes, maestro en la construcción de máquinas complejas. Arquímedes murió en el 202 a.C., así que no pudo haberlo construido. Pero quizás sí pudo haber diseñado el original, y lo que tenemos nosotros no es más que una copia realizada por sus discípulos.

Es posible que la solución al enigma de su origen se encuentre todavía en el fondo del mar, esperando a ser rescatado por algún moderno pescador de esponjas.