martes, 1 de marzo de 2016

Hedy Lamarr, la actriz pionera de las telecomunicaciones

(Esta entrada se publicó primero en el número 22 de la revista Buk Magazín, que puedes leer online.)

Hedy Lamarr, en 1940 | Fuente

Hedwig Eva Maria Kiesler nació en Viena el 9 de noviembre de 1914 en el seno de una familia judía. Su padre, Emil, era banquero; su madre, Gertrud, pianista. Ya desde pequeña llamó la atención por su inteligencia, y llegó a ser considerada una superdotada por sus profesores. Sin embargo, su enorme belleza, unida a su vena artística, le llevaron a abandonar los estudios y dedicarse al teatro.

Todavía no había cumplido veinte años y ya era conocida en todo el mundo, al ser la primera mujer en salir totalmente desnuda en una película comercial, Éxtasis (1933). Sus padres, avergonzados ante el escándalo que se levantó, arreglaron el matrimonio de su hija con Friedrich Mandl, un magnate de la industria armamentística. Mandl resultó ser un marido extremadamente celoso, que apartó a Hedwig de su carrera de actriz y la mantuvo recluida en casa, de la que solo salía para acompañarlo a las cenas y viajes de negocios.

Hedwig aguantó cuatro años en este infierno. En 1937, con la ayuda de su asistenta, consiguió fugarse por la ventana del lavabo de un restaurante y huir en automóvil hasta París. Sin equipaje alguno, tuvo que vender las joyas que llevaba puestas para alcanzar su meta, Estados Unidos. Durante el viaje en barco conoció a Louis B. Mayer, productor de Hollywood. Cautivado por su belleza, éste le ofreció trabajo, a condición de que se cambiase el nombre para no asociarla con el escándalo de Éxtasis. Al llegar a su destino, tenía un contrato de siete años y un nuevo nombre: Hedy Lamarr.

Con Sigrid Gurie y Charles Boyer, sus compañeros de reparto en Argel (1938) | Fuente

Su carrera en Hollywood tuvo luces y sombras. Trabajó con algunos de los mejores directores del momento (King Vidor, Cecil B. DeMille o Jacques Tourneur). Compartió cartel con grandes estrellas como Clark Gable, Spencer Tracy o James Stewart. Y llegó a ser considerada la “mujer más bella del mundo”. Sin embargo, no tuvo suerte con la elección de las películas (rechazó el papel protagonista de clásicos como Luz de Gas y Casablanca) y, a partir de 1950, su aparición en la gran pantalla fue cada vez más esporádica.

Durante la Segunda Guerra Mundial conoció a George Antheil, compositor e inventor estadounidense. Uno de sus temas de conversaciones favoritos fueron los torpedos teledirigidos, un arma clave de la Segunda Guerra Mundial que, sin embargo, era muy vulnerable a la interferencia de las señales de radio por el enemigo. Aprovechando el conocimiento sobre armas adquirido en las veladas con su ex-marido, Hedy empezó a buscar con Antheil una solución al problema de los torpedos. En 1941, ambos patentaron un sistema que consistía en un equipo emisor de radio que, sincronizado con otro receptor, podía ir saltando de frecuencia si ambos conocían la secuencia de los saltos. De este modo se evitaba que el enemigo pudiera interceptar las señales. La patente se aplicaba al control remoto del timón de un torpedo. Pero nada impedía que se usase también para la transmisión de mensajes de voz.

La patente de Lamarr-Antheil, en la que ella firmó con su apellido de soltera. | Fuente

Este sistema iba muy por delante de su época, y la patente caducó sin que nadie la utilizara. Sin embargo, a partir de la década de 1960, empezó a encontrar aplicaciones militares; la primera de ellas durante la crisis de los misiles de Cuba en 1962, para el control remoto de boyas rastreadoras. En la actualidad, muchos sistemas orientados a voz y datos emplean sistemas basados en el cambio aleatorio de canal. Entre ellos, todas las tecnologías inalámbricas como el 3G, el Wi-Fi o el BlueTooth.

Aunque Hedy fue una pionera de las telecomunicaciones, su trabajo pasó inadvertido durante décadas. Al parecer, alguien pensó que eso podía perjudicar su imagen de diva, y su faceta de inventora se mantuvo en secreto mientras era una estrella de la Metro.

Hedy Lamarr, mucho más que 'una cara bonita' | Fuente

Hedy Lamarr murió el 19 de enero de 2000, cuando contaba con 95 años. En su honor, el Día del Inventor se celebra en Alemania y Austria el 9 de noviembre. 

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