Alan Mathison Turing (1912-1954) |
Ha tardado
sesenta años en llegar, pero Alan Turing por fin ha recibido el perdón. El
científico inglés fue juzgado en 1952 por su condición de homosexual, delito en
la Inglaterra de entonces, y murió dos años después de ser condenado, cuando todavía
no había cumplido cuarenta y dos años.
Que Alan Mathison
Turing fue una de las mentes más brillantes del siglo XX está fuera de toda
duda. Nacido en Londres en 1912, el matemático inglés desarrolló durante la
década de 1930 la idea de una máquina capaz de resolver cualquier problema
lógico, gracias a una tabla de
instrucciones que establecía las acciones a seguir por la máquina. La máquina universal de Turing fue el
primer paso fundamental hacia el ordenador moderno.
Turing fue
más allá e imaginó lo que él llamaba una máquina
infantil, es decir, una máquina capaz de aprender por sí misma igual que lo
haría un niño, a partir de la experiencia. También ideó una prueba que serviría
para saber si una máquina puede pensar y tomar decisiones como un ser humano. El
Test de Turing planteaba que si una
persona no puede distinguir entre una respuesta dada por un ser humano y una
dada por una máquina, entonces la máquina era “inteligente”. Así, Turing fue pionero
en un campo conocido luego como inteligenciaartificial.
Durante la
Segunda Guerra Mundial, Turing fue reclutado por los servicios secretos
británicos que, desde una mansión situada en Bletchley Park, intentaban descifrar
los mensajes creados por la máquina Enigma del ejército alemán. El genio de Turing
diseñó una compleja máquina electromecánica llamada “Bomba”, que era capaz de
descifrar los mensajes de Enigma en un tiempo extremadamente corto. La
superioridad criptográfica ayudó a acortar la guerra al menos un año, salvando
la vida de cientos de miles de personas.
Pero una vez
terminada la Segunda Guerra Mundial, los extraordinarios logros de Turing
fueron silenciados, debido al interés
de Gran Bretaña por continuar con sus operaciones de inteligencia. En
lugar de ser aclamado como un héroe, tuvo que enfrentarse a una situación muy
desagradable. En enero de 1952, la casa de Turing fue atracada, y el ladrón
resultó ser un amigo de Arnold Murray, a la sazón el amante de Turing. Al
dar parte a la policía, éste reconoció inocentemente que tenía una aventura con
el susodicho Murray, lo cual era delito. Ese mismo año fue juzgado y
condenado por “ultraje a la moral pública”; en la práctica, por ser homosexual.
Durante un año tuvo que someterse a una castración química, mediante unas
inyecciones de hormonas femeninas que debían reducir el apetito sexual.
El escándalo
hizo saltar todas las alarmas. Se convirtió en un peligro para la seguridad de
su país y su carrera científica se vio seriamente comprometida. El gobierno
británico le prohibió continuar colaborando con ellos, al mismo tiempo que lo
vigilaba estrechamente. Dos años después, el 8 de junio de 1954, la asistenta
encontró el cuerpo sin vida de Turing en la cama. Al lado, en la mesilla de
noche, una manzana a medio comer estaba impregnada en cianuro. Suicidio o
accidente, eso es algo que todavía se discute.
El caso es
que, después de décadas desoyendo las peticiones populares, en los últimos años
ha llegado la esperada redención oficial. Primero fue Gordon Brown, el Primer
Ministro, quien en 2009 pidió disculpas públicamente a Alan Turing en nombre
del Gobierno. Y el pasado 24 de diciembre de 2013, en un gesto que pilló por
sorpresa a todos, la Reina Isabel II le concedió el perdón. De esta manera se
cierra uno de los capítulos más bochornosos en la historia reciente de Gran
Bretaña y se hace justicia a una de las personas que más ayudó a construir los
cimientos tecnológicos del mundo actual.
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