lunes, 28 de abril de 2014

Sophie Germain, amor por las matemáticas

(Esta entrada se publicó primero en el número 11 de la revista Buk Magazín, que puedes leer online.)


Retrato de Sophie Germain con catorce años (fuente)

Sophie Germain nació en París el 1 de abril de 1776, en el seno de una familia acomodada; su padre regentaba un pequeño negocio en el centro de la capital francesa. Sophie tenía trece años cuando el pueblo tomó la fortaleza de la Bastilla y se inició la Revolución Francesa. Para evadirse de los tumultos callejeros, ella se refugió en la biblioteca familiar. Y empezó a leer libros de matemáticas.

El flechazo fue inmediato. Se pasaba las noches en vela, estudiando a los maestros, como Newton y Euler. Los padres no veían con buenos ojos esta relación; las matemáticas, se decía entonces, estaban muy por encima de la capacidad intelectual de la mujer. Le escondían las velas y le quitaban sus ropas de abrigo para intentar disuadirla. Hasta que la constancia de Sophie les hizo cambiar de opinión. Aquello no iba a ser un simple amor pasajero.

En 1794 se inauguró la Escuela Politécnica de París, a la que Sophie no tenía acceso pues solo admitían a hombres. Sin embargo, ella se las ingenió para recibir los apuntes destinados a un antiguo alumno, Antoine-Auguste Le Blanc, y cada semana contestaba a los problemas usando ese seudónimo. La brillantez de sus respuestas llamó la atención del responsable del curso, el gran matemático Joseph Louis Lagrange, quien finalmente descubrió el secreto de Sophie y se convirtió en su principal mentor.

Joseph-Louis Lagrange, el mentor de Sophie (fuente)

A lo largo de su vida, Sophie se interesó especialmente por la teoría de números. Quedó tan fascinada con el libro Disquisiciones Aritméticas de Carl Friedrich Gauss, publicado en 1801, que se animó a mandarle una carta al autor bajo la identidad de Le Blanc. Gauss supo reconocer el talento de su colega e inició una correspondencia que se prolongaría durante varios años.


Retrato de C.F. Gauss (fuente)

Cuando Napoleón invadió los territorios vecinos, Sophie mandó proteger a Gauss por medio de un general amigo de la familia. Fue entonces cuando el insigne matemático se enteró de la verdadera identidad de Monsieur Le Blanc. En una deliciosa carta, Gauss manifestó su admiración “por alguien de su sexo, que por nuestras costumbres y nuestros prejuicios debe encontrar infinitamente más obstáculos y dificultades que los hombres para familiarizarse con sus espinosos estudios [de las matemáticas]”.

A partir de 1808, otro asunto atrajo la atención de Sophie una buena temporada. Al hacer vibrar un plato de cristal, la arena colocada en su interior se distribuía formando distintas figuras, que dependían de las condiciones del experimento (forma del plato, sujeción, modo de las vibraciones,…). La Academia de Ciencias francesa creó un premio para quien fuese capaz de describir matemáticamente este comportamiento. Finalmente, en octubre de 1813, tras cuatro años de intensa dedicación, fue la única persona que presentó un trabajo aceptable. Sophie Germain se convirtió así en la primera mujer que ganaba el premio de la Academia de Ciencias.


Las llamadas figuras de Chladni: patrones formados por una sustancia granular vibrando sobre una superficie plana (fuente)

Si este éxito le dio fama entre sus contemporáneos, hoy la recordamos por otra aportación fundamental en la teoría de números. Durante años estuvo estudiando la forma de resolver el conocido como último teorema de Fermat. No lo consiguió, pero al menos cambió el enfoque para tratar de resolver el problema. Hasta entonces las pruebas se habían hecho caso por caso. Sophie fue la primera en intentar demostrar el caso general. Una de sus conclusiones todavía se conoce hoy como el teorema de Sophie Germain.

A pesar de todos sus logros, la vida de Sophie no fue un camino de rosas. Marcada por su condición de mujer, sufrió la envidia y el paternalismo de muchos de sus colegas, que no la aceptaron como una más. Tuvo que trabajar en solitario toda su vida, sin apenas compartir sus resultados con nadie, salvo unas pocas excepciones. Nunca se llegó a casar, pero al menos disfrutó toda su vida de su verdadero amor, las matemáticas. Murió el 27 de junio de 1831, con 55 años, a causa de un cáncer de pecho.


La tumba de Sophie Germain en el cementerio de Père-Lachaise (fuente)

NOTA: Esta entrada participa en la Edición 5.3 del Carnaval de Matemáticas que organiza Mago Moebius en su blog Juegos topológicos.

2 comentarios:

  1. Muchísimas gracias por vuestra aportación al Carnaval de Matemáticas. Os recordamos que tenéis hasta el 16 de mayo para dejar vuestro voto a la mejor entrada de esta edición. http://topologia.wordpress.com/2014/04/27/resumen-de-la-edicion-5-3-felix-klein-del-carnaval-de-matematicas/

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  2. ¡Gracias por recordármelo! Antes de que termine el plazo votaré.

    Saludos.

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