William Parsons (1800-1867), tercer conde de Rosse | Fuente |
William Parsons nació el 17 de junio de 1800, en York, Inglaterra. De familia noble, su abuelo fue el primer Conde de Rosse y su padre tuvo un papel destacado en el parlamento irlandés desde 1782. William, tercer Conde de Rosse, estudió en Dublín y completó su formación en Oxford. Aunque nunca fue un estudiante brillante, sí demostró un notable talento en las cuestiones prácticas y acabó convirtiéndose en un habilidoso mecánico, un experimentado fundidor y un ingenioso óptico.
Poco
después de terminar sus estudios, Parsons ya había llegado a la
conclusión de que apenas se habían realizado grandes avances en la
construcción de telescopios desde la época dorada del astrónomo
William
Herschel,
varias décadas atrás.
El principal inconveniente es que Herschel no había dejado ni un
solo detalle de sus métodos de forjado y pulido de espejos antes de
morir. Quien intentara superar al maestro tendría que partir de cero
y desarrollar sus propias técnicas.
Parsons aceptó el reto y empezó a
experimentar con una aleación de estaño y cobre, en proporción de
cuatro a uno. A partir de 1828, y durante un periodo de 17 años,
construyó primero un modesto telescopio reflector de 38 cm, luego
otro de 61 centímetros y, por último, un telescopio de 91
centímetros, con los que consiguió unos resultados destacados. Por
el camino desarrolló algunas ingeniosas mejoras, como una máquina
automática de pulido del espejo, alimentada a vapor. Y todo ello lo
logró sin salir de su castillo de Birr, en Parsonstown, una pequeña
ciudad a 100 km de Dublín.
Entusiasmado con sus progresos, en 1842 estaba preparado para enfrentarse al mayor desafío de su vida: construir el telescopio más grande del mundo. Se necesitaron 80 metros cúbicos
de turba para fundir los ingredientes del espejo, que pesaba 4
toneladas, medía 1,8 metros de diámetro y tenía 15 cm de espesor.
Solo en enfriarse tardó 6 semanas a temperatura ambiente...irlandesa. El proceso de forjado y enfriamiento era tan delicado
que tuvo que repetirlo varias veces, ya que el frágil espejo se
acababa fracturando en alguna de las etapas; la más dolorosa de
ellas justo cuando estaba a punto de colocarlo en el telescopio.
Parsons tardaría tres años en conseguir montar un espejo en el
impresionante tubo de 16 metros de largo. Dicho tubo estaba colgado
de dos paredes de mampostería, de 22 metros de largo y 17 de alto,
que lo protegían del viento.
El
esfuerzo mereció la pena, ya que Rosse pudo disfrutar con una
espectaculares vistas del cielo nocturno, aunque eso solo ocurría
cuando el clima de Irlanda se lo permitía. El caso es que, entre
nube y nube, Rosse fijó su atención en las nebulosas. Hasta
entonces, los telescopios no habían sido capaces de revelar muchos
detalles acerca de su naturaleza. El Leviatán de Parsonstown empezó a mostrar que
éstas tenían una estructura interna bien definida. La primera
nebulosa en sucumbir al Leviatán fue Messier 51,
que se convirtió en objeto del dibujo asombrosamente detallado por
parte de Rosse. Este pudo discernir claramente que M51 tenía una
estructura espiral. El dibujo de Rosse llegó a ser muy conocido en
toda Europa, e incluso se ha sugerido que inspiró a Van Gogh en la
creación de su cuadro La
noche estrellada.
Boceto dibujado por Rosse junto con imagen moderna de M51 | Fuente |
La noche estrellada (Van Gogh, 1889) | Fuente |
Aunque la verdadera naturaleza de estas
nebulosas no se descubriría hasta la década de 1920, Rosse ya
comprendió que éstas eran algo más que una mera nube gaseosa;
algunas de ellas eran auténticas colecciones de estrellas.
El
Leviatán de Parsonstown fue el telescopio más grande del mundo
durante más de setenta años, cumpliendo el sueño de lord Rosse. Su fama fue tal que aparece nombrado en la novela de Julio Verne De
la Tierra a la Luna
(1865).
Lo cierto es que, en la práctica, el Leviatán se utilizaba
muy de vez en cuando. Se podía mover arriba y abajo, pero apenas
tenía juego de lado a lado, lo que limitaba mucho la región del
cielo accesible. Otro problema era el clima de la región. El cielo
estaba nublado la mayor parte del tiempo y la distorsión atmosférica
hacía que las estrella titilaran, dificultando las observaciones.
Los astrónomos aprendieron la lección y, a partir de entonces, no
solo pensaron cómo construir los telescopios, sino también dónde
construirlos.
En la actualidad, el Leviatán de Parsonstown ha sido restaurado en su emplazamiento original, integrado en el Museo de la Ciencia que el séptimo conde de Rosse ha abierto en el castillo de Birr.
El Leviatán, reconstruido en la actualidad | Fuente |
- Robert S. Ball (1907). Great astronomers. Sir Isaac Pitman & Sons LTD.
- Simon Singh (2014). Big Bang. Biblioteca Buridán.
- Helge Kragh (2008). Historia de la cosmología. Editorial Crítica.