Es difícil reconstruir su vida porque apenas conocemos, a través de terceros, algunos datos de su vida y de su trágica muerte (como ocurre, salvando las distancias, con Pitágoras, Arquímedes y otros grandes matemáticos de la antigüedad). No se sabe con exactitud la fecha ni el lugar de su nacimiento; debió ocurrir a principios de la década de 1840, en el oeste de Inglaterra o quizás en Irlanda. Tuvo dos hermanos; uno de ellos llegaría a ser coronel y el otro jefe de estación; el coronel, cosa extraña, se llamaba como él, James. Creció en una familia bien acomodada y recibió una educación exquisita. Muy pronto empezó a mostrar unas dotes excepcionales para las matemáticas. Con apenas 21 años, escribió un tratado sobre el binomio de Newton que tuvo una inmediata repercusión por toda Europa. Esta obra le permitió acceder a la cátedra de matemáticas en una pequeña universidad inglesa, posiblemente Leeds o Durham, a la temprana edad de 23 años y con el nada despreciable salario de 700£ anuales. (Por desgracia, no se conserva ningún ejemplar de dicho tratado en la Biblioteca Británica). También cultivó otros campos, como la ingeniería o la filosofía, y fue el autor de un libro, La dinámica de un asteroide, en el que desarrolló de manera general el problema de describir la trayectoria de un asteroide.
James lo tenía todo a su favor para empezar una brillante carrera académica. Pero habitaba en su interior una tendencia natural hacia el mal. En la ciudad donde vivía empezaron a circular oscuros rumores sobre las actividades delictivas que cometía, hasta el punto de verse obligado a renunciar a la cátedra y abandonar la ciudad.
Entonces se trasladó a Londres, donde entró como preparador de matemáticas en la Escuela Militar. La capital fue el escenario perfecto para que James diese rienda suelta a toda su maldad. A lo largo de los años tejió una compleja red criminal, cuyos hilos manejaba en la sombra con mano dura. Era el responsable de buena parte de los delitos que ocurrían en Londres, aunque nunca de forma directa. Bajo el sobrenombre de "Napoleón del Crimen", James fue considerado la mayor mente delictiva de la época.
Los pocos que le conocieron personalmente afirman que era muy alto, delgado, con la frente despejada y apariencia ascética. Tenía la cara pálida y los ojos profundos, curiosos, con los hombros cargados por el estudio. Y solía mover la cabeza de un lado a otro lentamente, de una forma peculiar que le confería cierta apariencia reptiliana. Éste es, posiblemente, el único retrato que se conserva de la época.
Aunque Scotland Yard nunca fue capaz de atraparlo, un sagaz detective privado sí consiguió recopilar las pruebas suficientes para que cayese la red al completo. En el último momento, James consiguió escapar y embarcar hacia Europa. El detective siguió su pista hasta la pequeña aldea de Meirigen, en los Alpes suizos. Ambos se encontraron en un camino que pasaba por la catarata de Reichenbach, a las afueras de Meirigen. Tras una durísima pelea, James se precipitó al abismo y murió.
Era 1891 y el detective privado se llamaba Sherlock Holmes.
Malvado y matemático
En efecto, el matemático llamado James no es otro que el profesor Moriarty, el popular personaje de ficción y archienemigo de Sherlock Holmes. Moriarty fue el único hombre al que el detective consideraba a su altura intelectualmente (la otra persona era Irene Adler, el personaje femenino que aparece en Escándalo en Bohemia). Ahora ya sabemos el motivo: ¡Moriarty era matemático!
Esta biografía está reconstruida a partir de los pocos datos que se facilitan sobre el profesor Moriarty en las entregas donde aparece directamente (El valle del miedo y El problema final) o se le menciona (La casa deshabitada, El constructor de Norwood, El tres cuartos desaparecido, El cliente ilustre y Su último saludo en el escenario). Algunos de estos datos son contradictorios, como el hecho de que tenga un hermano que se llame igual que él. O que Watson afirme en El problema final que jamás había escuchado hablar de Moriarty cuando en El valle del miedo, que cronológicamente es anterior (aunque se escribió después), ya se había referido a él como “el famoso científico criminal”.
Varias han podido ser las fuentes de inspiración de Conan Doyle para el personaje de Moriarty. La más evidente es la de Adam Worth (en la imagen de la izquierda), de quien tomó el apodo de “Napoleón del crimen”. Dejando de lado ese detalle, se cree que la principal referencia fue la del científico norteamericano Simon Newcomb (a la derecha). Newcomb fue un genio que destacó en diversas ramas, especialmente en matemáticas y astronomía, y ya era muy conocido en los años anteriores a que Doyle empezara a narrar las aventuras del detective más famoso de la historia. Al mismo tiempo, Newcomb tenía fama de ser una persona taimada y envidiosa; en varias ocasiones intentó -y finalmente lo consiguió- arruinar la carrera de C.S. Peirce, hijo de su tutor, Benjamin Peirce, porque tenía celos de él.
Por otro lado, los logros matemáticos de la biografía de Moriarty también pudieron estar inspirados en hechos reales. En 1801, el gran Carl Friedrich Gauss (a la izquierda) fue capaz de predecir, cuando apenas contaba con 24 años, la trayectoria del asteroide Ceres, avistado por primera vez pocos meses antes. La hazaña le valió fama en toda Europa y un puesto de profesor de astronomía y de director del Observatorio de Gotinga, cargo que conservó el resto de su vida. Por su parte, Srinivasa Ramanujan (a la derecha), otro enorme matemático, escribió acerca de las generalizaciones del binomio de Newton. Ramanujan era un completo desconocido en Occidente y carecía de una preparación formal. Pero bastó una carta al matemático G.H. Hardy para demostrar que era un matemático brillante y ganarse la admiración de sus colegas ingleses. En 1914, Ramajunan llegó a Cambridge, donde empezó una de las grandes colaboraciones de la historia de las matemáticas con Hardy. La biografía de Gauss era bien conocida en la época de Conan Doyle, y las desventuras de Ramanujan en Cambridge ocurrieron poco antes de que el escritor inglés publicara El valle del miedo en 1915.
Siempre me fascinó la figura del profesor Moriarty, tanto en las novelas como en las películas y hasta en la serie de dibujos animados, con aquella risa tan contagiosa. Cuando me enteré hace unas semanas, gracias al programa Saber y Ganar, que era matemático, decidí hacerle este homenaje. Quizás no cumpliese las expectativas como matemático, pero en cambio fue un personaje malvado y carismático como pocos.
NOTA: Esta entrada participa en la Edición 2.9 del Carnaval de Matemáticas que organiza el blog Que no te aburran las M@TES.
NOTA: Esta entrada participa en la Edición 2.9 del Carnaval de Matemáticas que organiza el blog Que no te aburran las M@TES.