(Esta entrada se publicó primero en el número 16 de la revista Buk Magazín, que puedes leer online.)
Sin duda, es uno de los acontecimientos científicos del año. Después de una década de viaje y más de 6.400 millones de kilómetros recorridos por el espacio interplanetario, la sonda espacial Rosetta, de la Agencia Espacial Europea, ha llegado a su destino: el cometa 67P/Churyumov-Geramisenko. El encuentro se produjo el pasado 6 de agosto, cuando Rosetta encendió uno de sus motores durante algo más de seis minutos para frenarse y acompasarse a Chury –como se le conoce familiarmente-, a una distancia de apenas100
km de su superficie.
'Selfie' de Rosetta con el cometa al fondo (ESA/Rosetta/Philae/CIVA) |
Sin duda, es uno de los acontecimientos científicos del año. Después de una década de viaje y más de 6.400 millones de kilómetros recorridos por el espacio interplanetario, la sonda espacial Rosetta, de la Agencia Espacial Europea, ha llegado a su destino: el cometa 67P/Churyumov-Geramisenko. El encuentro se produjo el pasado 6 de agosto, cuando Rosetta encendió uno de sus motores durante algo más de seis minutos para frenarse y acompasarse a Chury –como se le conoce familiarmente-, a una distancia de apenas
No es la
primera vez que una sonda espacial visita un cometa. Pero, a diferencia de las
ocasiones anteriores, en los que simplemente pasaron de largo, Rosetta ha
llegado para quedarse. Ahora mismo, ambos se encuentran en algún punto
entre las órbitas de Marte y Júpiter, a más de 400 millones de kilómetros de la
Tierra, viajando a toda velocidad –unos 55.000 kilómetros
por hora- hacia el interior del Sistema Solar. Durante más de un año, la sonda será
el inseparable compañero de Chury: juntos rodearán el Sol y volverán de nuevo
hacia Júpiter.
Lanzada el 2
de marzo de 2004, el viaje de Rosetta ha sido una auténtica odisea. Para
alcanzar su objetivo ha tenido que realizar varias maniobras de asistencia
gravitatoria, un recurso utilizado por los ingenieros con el fin de ahorrar
combustible. Consiste en utilizar la gravedad de un planeta para ganar el
impulso con que viaja éste y aumentar la velocidad de la sonda sin gastar energía.
Con este fin, Rosetta ha sobrevolado en total tres veces la Tierra y una vez
Marte. Este periplo no ha sido en balde, ya que la sonda ha aprovechado para visitar
dos asteroides, el 2867 Šteins y el 21 Lutetia, recopilando valiosa
información sobre estos objetos y su origen.
El asteroide Steins, desde varios ángulos (ESA) |
Asteroide Lutetia, en su máximo acercamiento (ESA) |
La Tierra vista desde Rosetta, durante el sobrevuelo de 2009 (ESA) |
No ha sido
el único éxito de Rosetta durante el viaje. A pesar de ir equipada únicamente con
paneles solares, ha conseguido llegar más allá de la órbita de Júpiter, donde
el frío y la falta de luz solar son acuciantes. Para ello recurrió a una estrategia
inusual en este tipo de misiones: entrar en hibernación. Ocurrió el 8 de junio
de 2011, cuando se apagaron todos los sistemas de la nave, salvo el ordenador
de a bordo y algunos calentadores, que se encendieron para evitar que la sonda
se congelara a medida que se alejaba del Sol. Dos años y medio más tarde, Rosetta
despertó de su letargo y empezó la reactivación de todos los instrumentos
científicos y de control sin ningún contratiempo.
Durante las
próximas semanas, Rosetta se irá acercando progresivamente al cometa, hasta
quedarse a solo 25
kilómetros de altura. Sus instrumentos cartografiarán la
superficie para seleccionar el lugar idóneo donde aterrizará el módulo que
lleva a cuestas, Philae (llamado así por la isla del Nilo cuyo obelisco ayudó a
descifrar la Piedra de Rosetta). Si todo va bien, el próximo 11 de noviembre seremos
testigos del momento más emocionante de la misión, cuando Philae se descuelgue
de la sonda espacial, se pose suavemente sobre la superficie del cometa y se
ancle mediante unos arpones. Una vez que esté sujeto, Philae estudiará de
primera mano el núcleo del cometa, mientras Rosetta observará la evolución de
Chury durante su trayectoria alrededor del Sol.
El lugar elegido para el aterrizaje de Philae (ESA/Rosetta) |
Detalle del lugar del aterrizaje (ESA/OSIRIS/Rosetta) |
Una vista aún más cercana del sitio (ESA/OSIRIS/Rosetta) |
Los datos
acumulados por Rosetta y Philae servirán para conocer las condiciones que
reinaban en el Sistema Solar cuando se formó. En particular, podremos saber si
parte del agua que hay en la Tierra vino del masivo bombardeo de objetos
celestes -asteroides y cometas- que sufrió nuestro planeta hace 4.000 millones
de años.
Los
científicos ya se están frotando las manos. Las primeras imágenes obtenidas del
cometa revelan una forma irregular y compleja, compuesta por dos partes
claramente diferenciadas. Por otro lado, su temperatura es algo mayor que la
prevista. En lugar de cubierta de hielo, su superficie es oscura y polvorienta.
El cometa, a una distancia de 28,6 km el pasado 19 de septiembre. Se aprecian los chorros de gas y polvo (ESA/Rosetta/NAVCAM) |
Veremos qué
otras sorpresas nos depara esta histórica misión.
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